Si tuviera que identificar un comienzo de la relación con mi trabajo, debería buscar en los recuerdos de mi infancia. Desde la niñez tuve inquietud por los rostros y rasgos de las personas. Me pasaba horas dibujando caras o partes de ellas, de mis ídolos por aquellos tiempos o de cualquier foto que encontrara por la casa.
Mi padre tenía una imprenta, y junto a mis abuelos imprimían el periódico de una ciudad muy pequeña de Argentina llamada Casilda. Allí pasaba horas entre papeles y lápices, dibujando con mi abuelo, y mi tío. Allí sin responsabilidades, el tiempo parecía ir más lento. Solo quedábamos mi intento de obra, y yo. Han pasado más de 30 años y me encuentro en Barcelona, en un espacio donde paso las horas detenido en los mismos detalles. Ahora la responsabilidad es más grande, y el tiempo parece ir más de prisa, pero la pasión sigue siendo la misma.
En la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) cumplí el sueño de ser Médico, y luego de algunos años y países, buscando la rama de la Medicina que más me cobijara, encontré en la estética un mundo lleno de creatividad y conciencia por explorar. Mis primeros pasos en Buenos Aires, auguraban desafíos que tomaron como primer escenario a la maravillosa Barcelona. Mi inquietud por aprender de los mejores, y mi incansable búsqueda por la perfección, se encontraron con aquella pasión por las caras y en un rincón de esta bonita ciudad, paso mis días aprendiendo a potenciar la belleza de los rostros, ya sin lápices, pero dibujando sonrisas.